VITAMINAS PARA EL ALMA: AMAR A DIOS.
Dios debe ser el amado que consume el alma dormida y el calor que enciende la hoguera en nuestra noche, la luz que penetra radiante en nuestra diminuta esencia y hace que los arpegios de nuestra melodía interna dancen en su mano, el silencio que echa a volar nuestros pensamientos y el suspiro que invada nuestra fatigada existencia de ideales y esperanza.